LOS NAZIS EN EL PODER
Alemania fue objeto de una lenta agonía. En tan solo 12 años de lo que Hitler había concebido como “mil años de régimen” se asesinó a políticos de la oposición, intelectuales y artistas, o se les obligó a ocultarse o exiliarse, la cultura del terror y la denuncia inundó casi toda la sociedad alemana, y la rica herencia judía europea se vio notablemente diezmada.
En abril de 1933, Joseph Goebbels, jefe del eficiente Ministerio de Propaganda, anunció un boicot a los negocios de judíos. Poco después, estos fueron expulsados de la Administración y se prohibió la presencia de individuos de “raza no aria” en muchas profesiones, empresas e industrias. Por las Leyes de Nuremberg (1935) se privó a los no arios de la ciudadanía alemana y se les prohibió casarse o mantener relaciones sexuales con arios; cualquiera que incumpliera estas leyes racistas se enfrentaba a la pena de muerte y, además, debía correr con los gastos de su juicio y ejecución.
Hitler obtuvo mucho apoyo de las clases medias mediante la inyección de grandes sumas de dinero en programas de empleo, muchos de ellos destinados a cubrir las nuevas necesidades de las industrias pesadas y de rearmamento. En Wolfsburg (Baja Sajonia), la primera fábrica de Volkswagen, fundada en 1938, empezó a producir vehículos asequibles.
Ese mismo año, las tropas de Hitler fueron bien recibidas en Austria. Con el fin de evitar otra guerra sangrienta, los gobiernos internacionales aceptaron la anexión de Austria. En esta línea contemporizadora, en septiembre de 1938, Hitler, Mussolini (Italia), Neville Chamberlain (Reino Unido) y Eduardo Daladier (Francia) firmaron el Acuerdo de Munich por el que se entregaba a Hitler la porción sur de Checoslovaquia, en su mayoría de etnia germana. En marzo de 1939 ya se había anexionado también Moravia y Bohemia.