EDAD DE BRONCE
La Edad del Bronce comenzó en el centro de Alemania, Bohemia y Austria en el 2.500 a. C. con el conocimiento de la aleación del cobre y del estaño adquirido de pueblos del Mediterráneo Oriental. Alrededor del 2300 a. C. llegaron nuevas oleadas de pueblos procedentes, probablemente, del sur de Rusia, se instalaron en el norte y centro de Alemania, los pueblos bálticos y eslavos en el este y los celtas en el sur y oeste.
Los grupos del centro y sur se mezclaron con la cultura del vaso campaniforme, que se trasladó hacia el este desde España y Portuga hacia el año 2.000 a. C. Los pueblos representantes de la cultura del vaso campaniforme, probablemente indoeuropeos, fueron hábiles trabajadores del metal. Desarrollaron una floreciente cultura en Alemania e intercambiaron ámbar, procedente de la costa del mar Bálticopor bronce y cerámica del mar Mediterráneo.
Desde el 1.800 hasta el 400 a. C., los pueblos celtas del sur de Alemania y Austria desarrollaron una serie de progresos en el trabajo del metal, configurando varias culturas (campos de urnas, Hallstatt y La Tène), cada una de las cuales se difundió por toda Europa; introdujeron el uso del hierro para fabricar herramientas de trabajo y armas. La cultura céltica de La Tène realizó excelentes trabajos de metal y utilizó arados tirados por bueyes y carros con ruedas. Las tribus germánicas absorbieron gran parte de la cultura celta y al final ésta se extinguió.
La primera referencia sobre la existencia de los germanos aparece durante las campañas del emperador romano Julio César en Galia (al norte de los Alpes y al oeste del Rhin), del año 58 al 51 a.C. No obstante, el origen de los germanos se remonta a los teutónicos y los cimbrios, descendientes de los daneses. Estos pueblos invadieron las regiones mediterráneas entre los años 113 y 101 a.C.
La fascinante historia de Alemania comienza en un país de bosques, costas azotadas por el viento y montañas habitadas por tribus celtas y germánicas, que lucharon contra el Imperio romano. Hacia el s. IX, las regiones del este del Rin habían desarrollado una identidad propia, y por vez primera se pudo hablar de soberanos “germánicos”. Pero el destino del país permaneció durante largo tiempo en manos de los gobernantes feudales, que se movían por interés propio a expensas de un estado unificado. La Edad Media fue una época marcada por la barbarie y la desolación, las disputas de los príncipes, las guerras religiosas, las plagas y el oscurantismo cultural. Con la configuración de un estado federal en el s. xix, se sentaron los cimientos de la tortuosa senda que condujo de la unificación a la guerra, de la democracia al fascismo y la Segunda Guerra Mundial, y de ahí a la cruda división de la Guerra Fría, la reunificación pacífica y la Alemania contemporánea.
A partir del 100 a.C., las tribus germánicas del este del Rin y los romanos iniciaron una cruenta lucha por el control del territorio al otro lado del río hasta el año 9 d.C., cuando el general romano Varius perdió tres legiones (unos 20 000 hombres) en la sangrienta batalla del Bosque de Teutoburgo y los romanos abandonaron sus planes de extenderse hacia el este. Hacia el 300 d.C. se habían formado ya cuatro grupos fundamentales: alemanes, francos, sajones y godos.
La presencia romana se percibe hoy en los baños termales y el anfiteatro de Augusta Treverorum (actualmente Tréveris), así como en otras reliquias romanas de Aquisgrán, Xanten, Colonia, Bonn, Mainz (donde pueden encontrarse restos de barcos romanos del s. IV), Bingen (célebre por su instrumental quirúrgico romano), Coblenza, Augsburgo y Ratisbona. Los viñedos del Rin y el Mosela constituyen un tributo perdurable a la afición de los romanos por el vino.